Lo que callan los padres, lo que callan los abuelos, los hijos lo expresan.
Cuanto más tiempo paso con niños y adolescentes con síntomas como dificultades de aprendizaje o problemas de salud mental, más impotente y removida me siento. Hay algo que no estamos haciendo bien. Y sí, he dicho síntomas, porque son síntomas.
Me resisto a creer que las largas terapias y las medicaciones, con pocos resultados, son la única vía. Y aún me resisto más a admitir que es el único camino.
Me impresiona que en las universidades no se estudie el psicoanálisis, ni la terapia gestalt, ni la psicología Transpersonal, ni la integral, ni el transgeneracional o las constelaciones familiares. Todo ello con el argumento de que «no están demostradas científicamente». Y yo me pregunto: «¿qué es lo que está demostrado científicamente?» y «¿qué significa eso exactamente?». No entraré en esta discusión, porque la tengo bastante superada ya.
Honestamente siento que, en realidad, esa ausencia de teorías esconde el hecho de que quien aplica estas terapias se ha de trabajar a sí mismo con conciencia. Y eso, pocos psicólogos lo hacen y, sin embargo, muchos terapeutas (criticados por psicólogos) sí.
Me he formado en estas terapias (y ya sabes que estudie pedagogía), y las he vivido. No hago nada con la persona a la que acompaño que no haya hecho conmigo, y veo los resultados. Y no sólo los veo en mi, también veo las consecuencias de mi trabajo en mis hijos.
Cuanto más leo sobre estos temas, más me convenzo de que detrás de un niño con dificultades de aprendizaje, detrás de una niña con discapacidad intelectual, detrás de un adolescente que se hace cortes, hay un árbol genealógico herido que grita para ser sanado.
De hecho, lo veo en consulta y con mis alumnos. Y cuando introduzco en mi trabajo estos parámetros (fechas de nacimiento, secretos, proyecto sentido…) el proceso se ve muy enriquecido. No hay duda. El problema es que no sé cómo hacerlo cuando la familia no quiere colaborar. Cuando la familia no se lo cree. Porque admitámoslo: mucha gente al leer esto pensará que son fantasías. ¡Lógico! Estamos hablando de desenterrar los fantasmas de la familia; estamos hablado de sacar a la luz lo callado. Y nadie quiere hacer eso. Pero hay que hacerlo.
De manera que mi pregunta es: ¿se puede hacer un trabajo con el niño o adolescente cuando no puedes contar con la familia? La verdad es que no lo sé. Intuyo que sí, porque siempre hay una vía. Mientras tanto, sigo investigando, sigo leyendo, sigo observando, sigo preguntando. Porque sé que algo se nos está escapando. Y eso es muy frustrante.
Porque no lo olvides: Lo que callan los padres y los abuelos, lo expresan los hijos.